lunes, 11 de agosto de 2014

¡AMA DE CASA DE TURNO!

Hace más de 3 meses que no piso una oficina ni aporto a un sistema de pensiones, menos me levanto como loca para ir a trabajar fuera de casa en medio del caos de mi ciudad. Ahora me levanto como loca para otras cosas. Comienzo mi día, preparando leche, si, leche, con poca cocoa porque mi hijo no la tolera mucho, ah, y no olvidemos el sorbete. SIN SORBETE NO HAY FORMA. Luego, en medio de mi sueño, voy a la cocina y trato de hacer un menú rico, divertido y alimenticio para mi hijo. Por si no lo saben, soy mamá de un pequeño de 6 años, y debo mantenerlo con la energía y nutrición correctas para que explote su inteligencia superior. No en serio, es muy inteligente. Pasando a la hora del uniforme, es una batalla, un poco de estiramiento de espalda y brazos pues se viene algo realmente aterrador, LA HORA DE LOS ZAPATOS. Mi pequeño odia los pasadores, por eso sus zapatos son con pega pega, pero sigue siendo un martirio ponérselos, su pie es gordito y no estira muy alto la pierna porque mientras lo estoy vistiendo mira dibujos animados. Ahora me ayuda con las prendas de arriba, poco a poco mejoramos la lucha. Aseo pertinente, y a esperar a la movilidad. 

Cada vez que se va al colegio, espero a que la movilidad desaparezca, rezo un poco, pidiendo a Dios que NO GOLPEE A NADIE, o que NO HAGA DISTURBIOS. Es un niño al fin.


Paso las mañanas tomando desayuno y conversando con mi madre, viendo las noticias, y luego nos disponemos ambas a comenzar con la labor de amas de casa. Ha sido difícil y frustrante para mi al comienzo. Vamos, una mujer de 24 años, acostumbrada a tener su propio dinero desde niña, a salir, a no hacer cosas de la casa y pagar para que otra persona lo haga pues no tiene tiempo ni para respirar. Bueno, esa chica, creo que está durmiendo temporalmente, porque realmente hay mucho qué hacer. Desde ordenar todo lo que mi remolino ha hecho el día anterior y antes de ir al colegio, mis propias cosas, mis tareas, trabajos, lecturas, pendientes de una vida universitaria caótica a punto de terminar en 4 meses, lo sé, lo sé, estoy emocionada, pero siempre tengo algo de qué ocuparme.

Si bien es cierto, mientras tomo desayuno en casa, me abrigo con una manta de polar que enamora a cualquiera, siento este invierno, está siendo generoso conmigo, pues mientras todos los "oficinistas" están afuera congelándose, yo tomo un café caliente con mi madre, ambas abrigadas.

El cambio fue brusco, lo entiendo ahora, lo comprendo recién, pero imagínense, gracias a estos meses en casa, me he dado cuenta de que tengo la capacidad de ahorrar, soy buena organizando algunas cosas, otras no claro, no está en mi carga genética, pero lo intento. Amo oler la ropa recién lavada de mi hijo y también la que está por lavar. Me encanta encargarme de sus alimentos, comprar sus frutas, cereales, leche, organizar todo para que cuando llegue encuentre un buen almuerzo, una buena merienda y que entienda de que su madre a pesar de sus 24 alocados años, puede hacerlo bien.

He recibido críticas constructivas y destructivas acerca de ser un ama de casa, considero que soy un ama de casa que estudia y joven. No salí de mi trabajo por incapacidad, me invitaron a retirarme más bien por problemas que no tienen nada que ver con el mundo laboral, pero es mejor retirarse de donde no estás cómodo, antes que seguir ahí hasta convertirte en un asesino.

Mi madre, dejó de trabajar muy joven, a la edad de 24 años también, para convertirse en ama de casa, es secretaria, pero no continuó ejerciendo pues su pensamiento de ese entonces, era que debía estar al cien por ciento para su familia. Valoro su esfuerzo. Sinceramente, yo llevo cuatro meses aproximadamente de esta labor que ella lleva por años, a veces me desespero porque no tengo ni idea de qué preparar para la lonchera de mi hijo, para el almuerzo, y miren, ella todos los días hace magia. Realmente admiro su capacidad para lograr administrar tan bien una casa, una familia, un hogar. Muchas mujeres no lo harían, no lo soportarían.

No es justo que tratemos a las amas de casa, ya sean modernas, jóvenes, o no, de "desobligadas" o "desocupadas", hay muchas ocupaciones de qué encargarse en nuestros hogares. Puedo decir con firmeza que no me aturde mi condición porque sé que es momentánea. En algún momento regresaré al mundo laboral y no me sacarán a no ser de que me de un derrame cerebral. No no es cierto. Pero, reconozco que estoy aprendiendo mucho de otros aspectos de mi vida, y eso es algo que no me lo da ninguna empresa.

Trabajar es importante, te brinda experiencia, roce, estabilidad económica, pero si no hay un trabajo, no es necesario estresarse o autocastigarse. -Oh, si, trabajas, qué genial. -Yo también, en casa, y es realmente arduo, por ahora, pero en algún momento encontraré un trabajo en el que me pueda desempeñar. Ojo, no esperar que todo caiga del cielo, simplemente ver una opción que se acomode a tus habilidades y pretensiones. 

Formar parte del mundo laboral es lo normal, y fascinante a la vez, porque podemos independizarnos del resto, pero no nos hagamos los locos, existen muchas formas de trabajos, y créanme, el que llevo realizando en estos meses, no es el más fácil de todos, mientras tanto me sigo entrenando para lo que venga, expectante y ansiosa, pero no frustrada. Ahora debo de revisar las tareas de mi hijo, hasta luego.


No hay comentarios:

Publicar un comentario