Hace más de 3 meses que no piso una oficina ni aporto a un sistema de pensiones, menos me levanto como loca para ir a trabajar fuera de casa en medio del caos de mi ciudad. Ahora me levanto como loca para otras cosas. Comienzo mi día, preparando leche, si, leche, con poca cocoa porque mi hijo no la tolera mucho, ah, y no olvidemos el sorbete. SIN SORBETE NO HAY FORMA. Luego, en medio de mi sueño, voy a la cocina y trato de hacer un menú rico, divertido y alimenticio para mi hijo. Por si no lo saben, soy mamá de un pequeño de 6 años, y debo mantenerlo con la energía y nutrición correctas para que explote su inteligencia superior. No en serio, es muy inteligente. Pasando a la hora del uniforme, es una batalla, un poco de estiramiento de espalda y brazos pues se viene algo realmente aterrador, LA HORA DE LOS ZAPATOS. Mi pequeño odia los pasadores, por eso sus zapatos son con pega pega, pero sigue siendo un martirio ponérselos, su pie es gordito y no estira muy alto la pierna porque mientras lo estoy vistiendo mira dibujos animados. Ahora me ayuda con las prendas de arriba, poco a poco mejoramos la lucha. Aseo pertinente, y a esperar a la movilidad.
Cada vez que se va al colegio, espero a que la movilidad desaparezca, rezo un poco, pidiendo a Dios que NO GOLPEE A NADIE, o que NO HAGA DISTURBIOS. Es un niño al fin.